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Una caricatura de Mafalda, una de las tiras cómicas más famosas en Latinoamérica escrita por el caricaturista argentino Quino, tiene el siguiente dialogo entre Mafalda y su amiga Susanita en el que se ejemplifica la gran diferencia de perspectivas entre ambas:

- ¡Cuando sea grande quiero tener muchos vestidos! – Susanita

- ¡Y yo mucha cultura! – Mafalda

- ¿Te llevan presa por salir a la calle sin cultura? – Susanita

- No – Mafalda

- ¡Probá salir sin vestido!... – Susanita

- Es muy triste pegarle a alguien que tiene razón – Mafalda al alejarse de Susanita quien está llorando en ese momento

Aunque evidentemente la cultura es algo importante para Mafalda y mucho más importante que la ropa, la realidad es que la ropa es algo esencial para nuestra vida diaria. No solamente usamos ropa todos los días, sino que procuramos hacerlo con un estilo definido. El tipo de ropa que usamos define nuestra apariencia. La imagen que proyectamos en muchas ocasiones determina la manera en la que otros nos perciben como dice el dicho, “como te ven, te tratan”. De esta manera, la ropa que nos ponemos nos protege, pero también define nuestra apariencia.

Nuestra vestimenta no demuestra nuestro carácter y todos hemos experimentado que “las apariencias engañan,” pero la ropa que nos ponemos sí representa la imagen que deseamos proyectar a otros. Algo externo como nuestra vestimenta puede distraer a otros de algo interno como nuestro carácter. Nuestras virtudes y vicios son los que realmente definen quienes somos y los que muestran nuestra verdadera realidad a los demás a nuestro alrededor.

La relación entre nuestra vestimenta y nuestro carácter es muy clara en la vida cristiana. En Colosenses 3, el apóstol Pablo usa la ilustración